Y entre las crisálidas
nos apostábamos
armados con vida dificil
los hijos de los malditos...
de los pringaos de barrio
que llenan los cementerios.
Y entre los coches
drogábamos noches
y escupiamos estrellas.
Y entre los caminos
que elegimos
ninguno se acercó al otro.
Pero si no me confunden
las farolas,
me confundirá
la oscuridad del bosque.
Tan cerrado como vuestras tumbas.
Recojo balones de oxigeno
entre mis testículos.
Ahogo pasados
en estercoleros benditos
y me fugo de tus labios
en busca de guerra social.
Se me caen las mejillas
retorciendome discusiones
que llevan a una autopista
vacía llena de mierda,
subiendo ese monte
llamado barra de bar.
Y me desvivía en sabanas
y en verdad me retorcía
entre los vómitos de la vida.
Me vivía en sueños
que nunca llegaron,
me expresaba con palabras
que nadie entendió
y que acabaron mojadas
como tus bragas,
retorcidas como mi polla
en época de sequía.
Las vísperas me suenan a chiste,
las chisteras a rabia,
vuestra ingenuidad
se torna rabia en mi
decadente copa eterna de beltza.
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