Y'en a pas un sur cent et pourtant ils existent
La plupart Espagnols allez savoir pourquoi
Faut croire qu'en Espagne on ne les comprend pas
Les anarchistes
(LEO FERRÉ, Les Anarchistes)
No hay uno entre cien y sin embargo existen
La mayoría españoles, ellos sabrán por qué
Hay que creer que en España no les entienden
los anarquistas
Vientos rebeldes han sacudido a la cuarta ciudad en importancia del país galo desde hace siglos. La herejía cátara produjo sus luchas durante la edad media en la capital de Occitánia.
La revolución francesa volvió a traer vientos de cambio, no en vano en la iglesia de los jacobinos se instauró La sociedad por los derechos del hombre y el ciudadano, en el intento revolucionario de instaurar el laicismo. Aunque los motines del hambre, las jacqueries, ya venían de antes como nos cuenta Kropotkin en su obra sobre la revolución francesa.
Tras la comuna de París de 1871, también Toulouse tuvo su propia comuna, pero fue reprimida inmediatamente por las tropas gubernamentales.
Desde una de sus Brasseries, escribía contra la I guerra mundial el pacifista socialista Jean Jaurés para el periódico local, hasta que fue asesinado por la extrema derecha.
Tras la debacle de 1939 más de medio millón de personas del bando republicano cruzaron la frontera, y tras su paso por los campos de refugiados, unos 100.000 recalaron en la ciudad rosada.
¿Os imagináis una pequeña ciudad media llena de repente por miles de activistas políticos?
Actividad política y cultural por un tubo, y un cambio en la vida diaria de la ciudad.
Para 1940 con la invasión nazi, muchos de estos refugiados se integraron en la resistencia francesa, que ni fue tan resistente ni tan francesa como dicen.
Ya en 1944, los partisanos y partisanas españoles crearon el Hotel Varsovia en Toulouse, donde curaban a heridos de la resistencia y del maquis español.
Para ellos las dos luchas eran lo mismo.
Allí operó Francisco Ponzán, antiguo alumno del artista libertario Ramón Acín. Ya había destacado como agente saboteador tras las lineas enemigas de Franco, pero en cuanto llegó a Toulouse se puso manos a la obra con una organización de guías y pasadores ayudando a escapar a gente de la España franquista.
Tras la invasión alemana entabla relación con los servicios secretos aliados y crean la Red Ponzán que recogía aviadores aliados o familias judías y las pasaban a Gibraltar.
En 1943 fue detenido por la Gestapo y más tarde fusilado junto a otros 50 partisanos en un bosque a las afueras de Toulouse.
Tiene una avenida en la ciudad.
Otras anarquistas “ilustres” que vivieron en Toulouse fueron Federica Montseny o Amparo Poch.
Poch fue una médica, militante de CNT y de Mujeres libres. Fue pacifista, feminista, ecologista y abogó por el amor libre.
También tiene una calle en Toulouse.
De Federica Montseny y su compañero Germinal Esgleas poco se puede aportar más allá de los ríos de tinta que se han vertido acerca de ambos.
Quizás daría para un artículo entero, o más.
Lo cierto, es que cuando estuve en el cementerio de Saint-Cyprien para ver su tumba, al preguntarles a los trabajadores del campo santo, estos me dijeron:
-Espagnol? Vienes a ver a la ministra, no?
Tiene decenas de calles, jardines o institutos en el Estado español, pero también en la France.
Ella y su compañero dirigieron prácticamente el Comité nacional de la CNT desde Toulouse hasta la transición.
Pero volvamos al Toulouse de los años 50.
En la plaza Wilson, hoy un sitio altamente gentrificado, se han sustituido los cafés típicos por tiendas de ropa y franquicias, pero en los años 50 sus cafés estaban llenos de republicanos españoles en cuya plaza vendían sus periódicos todas las organizaciones políticas.
Por supuesto, era un centro de discusión y de mítines.
La labor editorial también fue abrumadora con publicaciones como Ruta, Cenit o CNT. Pero también editoriales como Tierra y libertad o Ediciones Ideas.
También hubo publicaciones más culturales como la revista Armas y letras o Tiempos nuevos.
Además hubo grupos de teatro como Iberia o salas de arte como la inaugurada por el escultor valenciano Antonio Alos, Art Present.
Con todo este bagaje, para cuando llegó mayo de 1968, la semilla estaba más que sembrada y las conexiones con los viejos anarquistas españoles estaban ya establecidas.
El ayuntamiento, el Capitolio, fue ocupado por estudiantes, y en cada instituto y en cada universidad se declaraba la huelga, se ocupaba y los/as propios/as estudiantes gestionaban el espacio mediante la autogestión.“Vietnam está en nuestras fábricas” proclamaban los obreros de Toulouse.
La guerrilla urbana vendría después con grupos como los GARI, fundados en 1973 por anarquistas antifranquistas que derivaría luego en la organización armada autónoma Action directe, en 1979. Algunos eran hijos de los exiliados españoles.
Así que bajo el asfalto al final estuvo la lucha armada, y no la playa.
Mientras unos pasaban a la clandestinidad, llegaban los 80 a la Ville rose,con ellos el punk y la práctica de la okupación fueron popularizados.
En los 90 también hubo bastante movimiento de okupación, en esa época estuvo viviendo en un squat de la ciudad, la escritora punk Virgine Despentes.
Actualmente, la CNT de Toulouse es un grupo pequeño que se reúne en el local Le chat noir, y existen otros espacios libertarios como Le kiosk, antiguo squat o el C.R.A.S., que es el Centro de investigación para la alternativa social, el cual lleva en funcionamiento desde 1979, y preserva fundamentalmente publicaciones políticas desde 1968, aunque tienen archivos de CNT anteriores.
De los viejos exiliados ya no queda nadie, pues el tiempo pasa inexorablemente y la muerte nos encuentra tarde o temprano. Quedan algunos hijos sobrevivientes del mayo del 68, pero en todo caso también son gente muy mayor.
Los locales libertarios del exilio, tampoco existen ya. La alternativa libertaria se crea en el movimiento autónomo autóctono, junto a las luchas que se han popularizado más en el siglo XXI.
Los ladrillos rosas siguen ahí entre jardines, calles estrechas y buleváres imperiales. El Garona también mira la ciudad desde su propia cama y quizás sean ellos los que recuerden a los Sans-culottes correr por las calles en tiempos de la revolución o a los escandalosos exiliados españoles que un día fueron para quedarse con todas esas ideas en su cabeza.
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